domingo, 9 de agosto de 2009

Roger Stern y el Bullpen

Un fragmento de una entrevista -bastante extensa- de 2006 con el guionista y editor Roger Stern, un autor siempre solvente, que cuenta cómo era el Bullpen Marvelita a finales de los 70.


P: ¿Qué te hizo decidir que querías ir a Marvel y trasladarte a New York? ¿Tuviste que pensarlo mucho?

Roger Stern: La verdad es que no. Tras perder mi trabajo en la emisora de radio, pasé cuatro meses cobrando el paro y mandando curriculums. El negocio de la radio andaba muy escaso en esa época, y no obtenía respuesta. Había empezado a sospechar que mi carrera en la radio estaba acabada y me estaba volviendo un poco loco. Entonces recibí una llamada de Roger Slifer, ofreciéndome la oportunidad de hacer una prueba para un trabajo de plantilla en Marvel. Pensé, eh, podría intentarlo.

P: ¿En qué consistía esa "prueba editorial"? ¿Quién te entrevistó? ¿Cuándo fue? ¿Quién era el editor en jefe en ese momento?

RS: Fue en Diciembre de 1975. Marv Wolfman era el jefe en esa época, aunque el cargo no se llamaba “Editor-en-Jefe” en esos tiempos. Aparte de Roy Thomas y Len Wein, que eran escritores/editores, estaba el “Editor de Color” y el “Editor de Blanco & Negro” – Marvel aún publicaba revistas en blanco y negro en la época. Marv era el editor a cargo de todos los comics en cuatro colores que Marvel publicaba. Bueno... de todos los que no estaban bajo el control de los escritores/editores. Y tampoco me entrevistó con antelación.
Basicamente, fuí e hice un test de correccion de textos, que consistía en revisar fotocopias de una historia de Power Man – que había sido entintada y rotulada muy pobremente – con un lápiz azul e intentar descubrir todos los errores posibles. Oh, y para hacer las cosas interesantes, no había copia del guión para compararlo. “¡Aquí tienes, zoquete, buena suerte!” Creo que lo superabas si descubrías al menos tantos errores como los tipos que ya estaban en plantilla eran capaces de descubrir. Y seguramente lo superé, porque luego me invitaron a comer con Marv y dijo, “El trabajo consiste en corregir los textos de las páginas de cartas e historias para las reediciones. ¿Te interesa?” “Uh, claro.” “Vale, empiezas oficialmente después de Año Nuevo. Te pagaremos como freelance hasta entonces.” Yo era demasiado animoso como para pensar en preguntar cuánto pagaban.
Así que pasé de desempleado a ayudante del editor en la compañía de comics nº 1 de America. Estuve trabajando allí los once años siguientes.
Y luego me despidieron. Tío, no me duran los trabajos.


Los X-Men Boys... Terry Austin, Roger Stern, y John Byrne. Roger fue editor de Uncanny X-Men desde los números 113 a 131 durante la etapa Claremont/Byrne/Austin.

P: ¿De qué editor eras ayudante? ¿Y cómo pasaste a ser editor completo? ¿Qué libros editabas y cuánto tiempo fuiste editor?

RS: Todos los ayudantes respondíamos ante el editor, que era Marv. Luego, brevemente, Gerry Conway. Y luego, Archie Goodwin.

Y cuando Archie lo dejó, toda la estructura editorial fue reorganizada, con un Editor-en-Jefe oficial, editores y ayudantes. Marvel había crecido tanto desde los 60 que ya no era posible que un sólo individuo fuese el editor de todo el tinglado. Había entre 35 y 40 series publicadas cada mes. Cuando le ofrecieron el puesto a Jim Shooter, éste dijo a la dirección que el modelo anterior ya no funcionaba. Para sorpresa de casi todos, accedieron a cambiarlo.
Así que cuando Jim se convirtió en Editor-en-Jefe, me pidió que fuera unos de sus editores. Al principio sólo estábamos Bob Hall y yo en la línea de color. Fuí editor de la línea dos años. Jim Salicrup era mi ayudante, y estábamos al cargo de la mayoría de las series relacionadas con Los Vengadores: Avengers, Captain America, Iron Man, y Ms. Marvel, más Master of Kung-Fu, John Carter: Warlord of Mars, Marvel Two-In-One, Spider-Woman – esas eran las mensuales. También editábamos Captain Marvel, Marvel Premiere, Marvel Spotlight y (brevemente) Power Man & Iron Fist – esas eran bimensuales. Nos encargábamos de inspeccionar once series al mes. Espera, hay sólo diez...¿cuál estoy olvidando?
Oh, sí. También teníamos un pequeño título llamado X-Men. ¿qué pasó con esa serie?


La celebración de la boda de Roger Stern a principios de los 80. De izquierda a derecha: Christie Scheele, Tom DeFalco, Carmela Merlo, Roger Stern, John Byrne, Mark Gruenwald y Belinda Glass... detrás, Jim Shooter, que está subido a un bloque de ceniza en busca del efecto humorístico.

P: ¿Fue extraño (o dificil) para tí ser el editor de dos antiguos colaboradores en el Fanzine 'Contemporary Pictorial Literature' (CPL), cuando John Byrne estaba en X-Men y Bob Layton en Iron Man?

RS: Para nada. Era como estar en casa. Me aseguraba un par de series que tenían muy buena pinta, lo que me hacía quedar bien. Y me daba una excusa para hablar de comics con John. Larga distancia. ¡Y Marvel pagaba la cuenta!

P: ¿Puedes describir cómo era trabajar en X-Men con Chris Claremont, John Byrne y Terry Austin?

RS: Divertido. Muy divertido. Asombrosamente divertido. Chris, en ese momento, era ya un muy buen escritor, y ponía mucha pasión en su trabajo. Y lo mismo para John a los lápices. Podían discutir sobre la dirección de la historia, pero había una gran sinergia entre los dos. Y además, yo arbitraba, así que siempre tenía la última palabra.
Y Terry (Austin), por supuesto, fue el primer gran entintador de John. Su línea complementaba perfectamente a John.
Claro que Terry es un gran dibujante por sí solo. Más tarde hicimos una serie de gags de una página para Marvel Super-Heroes y What If. Por no mencionar su gran trabajo de entintado en Doctor Strange.
Pero estábamos hablando de X-Men, ¿no? No olvidemos a Tom Orzechowski y Glynis Oliver (más tarde Glynis Wein). La rotulación de Orz y el color de Glynis eran el acabado perfecto para el comic. Todo el mundo tenía mucha calidad en esa serie.



P: ¿Qué crees que hacía al equipo y su trabajo tan memorables?

RS: Eran un puñado de chicos jóvenes con la oportunidad de probarse a sí mismos con una serie cuyas ventas eran como mucho minoritarias. Y crearon un buen comic, consistente, que mejoraba con cada número. The X-Men durante ese período era emocionante. Era entretenido. Hilaba una historia que cogía a los lectores por sorpresa. Les hacía decir, “¡Wow!” y les hacía volver a por más al mes siguiente. Era el comic del momento. Y yo colaboré.

P: ¿Qué recuerdas de trabajar en el Marvel Premiere #50? ¿Tuviste que tratar con Alice Cooper?

RS: No es que ‘tuviera’… traté con Alice, y fue muy divertido. Pero nada habría sucedido de no ser por Jim Salicrup. Él vendió a Marvel la idea e hizo los contactos con la gente de Alice. Reclutó a los artistas y puso la cosa en marcha. Yo me impliqué sólo porque…bueno, Jim tuvo la idea de basar la historia en los temas y personajes que Alice desarrollaba en su album más reciente, From the Inside. Ed Hannigan tenía que escribir la historia, pero por alguna razón Ed no pudo hacer el argumento del comic, y la fecha de entrega se acercaba. Así que me presenté voluntario para escribir el argumento. Jim me dió el disco y algunas de sus ideas para la historia. Y me fuí a casa, escuché el album y preparé el argumento.
Y luego, volamos a Detroit para encontrarnos con Alice, que estaba de gira.
Todavía no sé cómo Jim se sacó eso de la manga. Cargamos los billetes de avión a mi Visa, pero Marvel me lo reembolsó – creo. Alice estaba de gira, y Jim y yo volamos a Detroit, nos alojamos en el mismo hotel que la banda y conseguimos asientos gratis – buenos asientos – para el concierto. Al día siguiente conocimos a Alice y hablamos del argumento con él. Hizo algunas sugerencias – buenas sugerencias – que incorporamos a la historia. Luego le dimos las gracias por su hospitalidad y volvimos a New York.

Redacté el argumento revisado. Tom Sutton lo dibujó. Ed lo guionizó. Orz lo rotuló. Terry lo entintó. Marie Severin lo coloreó. Y un montón de gente lo compró.
Fue un proyecto divertido. Pero como he dicho, todo el mérito es de Salicrup.
Alice es un tío simpático. Creo que también es un gran golfista.

P: ¿Cómo era el Bullpen en esa época?

RS: ¿Recuerdas cuando estabas en la Universidad, cuando te quedabas despierto toda la noche para terminar un trabajo importante? ¿Y se hacían las 4:30, 5 de la mañana, y lo terminabas, pero estabas tan tenso que pensabas que te iba a explotar la cabeza? ¿Y luego alguien decía algo que te parecía tan gracioso que te entraba la risa histérica? ¿Y todo sin tomar drogas?
Trabajar en el Bullpen era así. Yo intentaba siempre llegar temprano – 7:30, 8 como muy tarde – para poder hacer cosas antes de que los teléfonos empezasen a sonar. Tras algunas semanas, John Verpoorten, bendito sea, me dió una llave de la puerta trasera, así que no tenía que esperar a que me abriese por la mañana. Y muchos trabajábamos a menudo hasta después de las 5, sobre todo cuando el trabajo se acumulaba. Luego salíamos a cenar, quizá a ver una película, y volver a casa. Y al día siguiente lo volvíamos a hacer.
Y en mi tiempo libre escribía Doctor Strange y The Incredible Hulk.
A veces lo recuerdo y me pregunto, “¿Cómo pude vivir así tanto tiempo?” Por supuesto, éramos más jóvenes y no teníamos miedo.
A veces nos poníamos agresivos, normalmente con resultados hilarantes. Recuerdo una vez en que, al final de un día muy largo, yo estaba aún en mi mesa y Archie Goodwin se había dejado caer en una silla cercana para charlar un poco antes de irse a casa. Allen Milgrom estaba en la puerta y de repente, pulsó un interruptor en la pared y dijo, “¡No puedes escapar ahora, Arch! He electrificado el suelo.” Archie inmediatamente se subió a la silla y gritó, “¡Ja! ¡Eso es lo que tú crees!” Y luego, mientras Al y yo nos partíamos de risa, Archie procedió a circunnavegar la habitación, saltando de mesa en mesa y pasando a través de archivadores como si fuese un escalador…o Spider-Man. Pero el penúltimo obstáculo que pisó era una silla con el asiento de mimbre, que Jim Shooter había estado usando como silla de escritorio. El pie de Archie atravesó el mimbre, pero de algún modo – ¡de algún modo! – pudo saltar a otra mesa, sacar su pie de la silla y saltar a través del umbral de la puerta. Todo sin pisar ni una vez el suelo y ‘electrocutarse’.
A la mañana siguiente, cuando Jim vino a trabajar, lo primero que dijo fue, “¿Qué le ha pasado a mi silla?” Y me volví a partir de risa.


Archie Goodwin y su caricatura (aparecía en Swords of the Swashbucklers #1)

P: ¿Cómo era trabajar con Shooter?

RS: Oh, yo me llevaba bien con él. Claro que a veces discutíamos y nos enfadábamos, pero es normal. Empezamos a trabajar en Marvel con pocas semanas de diferencia, así que ambos éramos los nuevos.
Recuerdo una vez que estábamos sentados en el Bullpen – pasadas las 5. Sólo Jim, Milgrom y yo. Uno de nosotros dijo algo sobre coincidir en algo con alguien (NdT: en inglés, ‘seeing eye-to-eye’) y Jim se hizo el gracioso diciendo que nadie coincidía con él por culpa de su estatura. (Mide 2,06 metros aunque a veces dice que son 1,99.)

Yo salté a mi mesa y grité, “¿Ah, sí?” En ese momento, Milgrom – que es todavía más listillo que yo – dice, “¡Sí, vamos a enseñar a este tipo, Sterno!” y se pone enfrente de mi mesa. Así que me subo a sus hombros. Y Al caminó por toda la habitación conmigo a hombros, diciendo, “Vale, sonríe cuando digas eso, pequeñajo!” Jim se volvió gelatina de la risa. Todos nos estábamos partiendo de la risa. Pero entonces, Al empezó a darse cuenta de que yo pesaba más de lo que parecía. Y yo empecé a preguntarme, “¿Cómo bajo de aquí sin romperme el cuello?” Y Jim no era de ninguna ayuda porque se estaba riendo tanto que estaba a punto de caerse de la silla. Y sabes, no recuerdo como bajé. Creo que Al intentó apoyarnos en una pared o algo. De alguna forma, sobrevivimos.
Esa es sólo una de las muchas historias de ‘Jim Shooter se parte de risa’. Tengo docenas. Ahora que lo pienso, en muchas de esas historias también está Milgrom. Quizá deberíamos salir de gira.
Sabes, siempre creí que parte del problema de Jim es que era condenadamente alto. Con 2,06 metros, intimidaba a la gente sin querer. Y además estaba el hecho de que vino de fuera y desorganizó la jerarquía editorial. Sé que había personas enfadadas, que pensaban que tenían que haberles dado ese trabajo.
¡El trabajo! Ese era el mayor problema. Cualquier editor-en-jefe de Marvel Comics puede pintarse una diana en el pecho. Te sientas a esa mesa y te conviertes automáticamente en el malo. El único hombre que conozco que tuvo ese puesto y siguió siendo querido y respetado fue Archie Goodwin. Sólo una rata bastarda odiaría a ese hombre. La raza humana no crea suficientes Archie Goodwins ni por asomo.

P: Todo el tiempo que fuiste editor; ¿sabías que querías ser un escritor freelance antes que hacer el trabajo editorial? ¿Fue un gran riesgo para tí?

RS: Creo que sí. Había una cierta seguridad en ser editor, aunque eran muchas horas y no estaba muy bien pagado – especialmente si vivías en la ciudad. Pero tras algunos años de ser editor de día y escritor de noche y los fines de semana, me estaba volviendo un zarrapastroso. Y siempre estaba preocupado por mis fechas de entrega. Lo que hacía las cosas peores- ¿cómo podía chinchar a mis freelancers para que entregasen el trabajo a tiempo, si yo estaba igual? Mi solución inicial fue renunciar a mis trabajos como guionista. Pero cuando lo hice me sentí desgraciado.
Echaba de menos escribir, y las frustraciones de ser editor me estaban empezando a afectar. Así que, estaba sentado una noche en casa, sintiéndome desgraciado, y Jim me llamó. Me dijo algo así como: “No eres feliz en tu trabajo, ¿verdad?” “No, la verdad es que no.” “Te gusta escribir, ¿por qué no lo haces a tiempo completo?” “Porque no ganaría lo suficiente para vivir.” Y él dijo, “Claro que sí.” Entonces empezó a hablar de plazos y tantos por ciento, y en pocas semanas, tenía un contrato en exclusiva con Marvel Comics como escritor a tiempo completo.
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3 comentarios:

FHNavarro dijo...

Ya ha salido el nuevo de Jason. 22 Euracos (Lomo de tela)

Un saludo

Bruce dijo...

Lomo de teta...mmmm...

Jaime Sirvent dijo...

Vaya, me sorprende ver la cara amable de Shooter, no, si al final hasta tendría su corazoncito. Por cierto, después de leer esto creo que ya empiezo a tener claro por qué Milgrom trabajó tanto, a pesar de ser tan malo.