jueves, 1 de enero de 2009

'LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE FRANK' (2ª parte) por Alan Moore

(Viene de la 1ª parte)

...No se hundió. Creció. En el espacio de unos pocos números la escritura de Miller se volvió tan segura como su arte, y según se incrementaba su confianza, empezamos a ver más y más arriesgados recursos en su narrativa visual que se arrastraban por las páginas de Daredevil.

Más allá de eso, las historias eran muy divertidas, incluso si no eras un crítico de comics pseudo-intelectual como yo.
En #169 podíamos ver el mundo a través de los ojos de un asesino sicótico cuyo cerebro enfermo transforma a todo aquel que ve en la imagen del vigilante vestido de rojo que es su mayor enemigo.


En #171 vemos al gargantuesco Kingpin arrastrándose mientras sangra fuera de una pila de vigas caídas tras una explosión que aparentemente ha matado a su esposa Vanessa. Nos acercamos a su cara levemente consciente, sangrando por labios y nariz, mientras centímetro a centímetro escapa de los escombros. De repente sus ojos se abren y vemos la mirada de shock e incredulidad en ellos cuando la muerte de su mujer inunda su maltrecha consciencia. Su cara llena la viñeta, esos horribles ojos enfermos le hacen parecer perdido como un niño mientras susurra su nombre.


En las cinco breves viñetas que componen esta secuencia, Kingpin pasa en las hábiles manos de Miller de ser el gordo y pomposo bufón de sus primeras apariciones en Spiderman a un hombre que ha enterrado su humanidad bajo una montaña de determinación tan vasta como su cuerpo.
Este tratamiento de Kingpin es un ejemplo del acercamiento de Miller a la caracterización como un todo, tanto si es una creación propia, como la mercenaria Electra, o de otros escritores, como J.Jonah Jameson, Kingpin o el mismo Daredevil.

Naturalmente, podría seguir describiendo mis episodios favoritos hasta llegar a ser tedioso. Después de todo, hay un montón de ellos. Pero probablemente terminaría repitiéndome y de todas maneras vosotros veréis estas obras maestras en los próximos meses.
Creo que es preferible intentar aislar algunos de los elementos de la técnica de Miller e intentar definir qué es lo que le hace una figura tan influyente y original en el mundo del comic hoy día.

Primeramente, como escritor, admiro el acercamiento de Miller a la caracterización de personajes casi más que ninguna otra cosa. Antes de Miller, el típico acercamiento de Marvel era muy simple y bastante inefectivo.
Personajes con cara de piedra tomaban parte en peleas y escenas de amor con el mismo aire de indiferencia, mientras enormes bocadillos de pensamiento flotaban sobre sus cabezas, informándonos de las turbulentas emociones que estaban, de hecho, experimentando.
Este es un método torpe por un par de razones. Primero, parece tonto. La gama de expresiones faciales disponibles para una estresante cantidad de dibujantes es muy a menudo limitada a ‘boca abierta’ o ‘boca cerrada’. Decirnos simplemente que esos personajes están atravesando grandes crisis de identidad no es lo más adecuado. No cuando los personajes implicados muestran toda la pasión, reacción y sentimiento de una granada* catatónica.
Segundo, es antinatural. En la vida real, cuando ves a alguien por primera vez, estás obligado a llegar a una opinión sobre su personalidad dependiendo de las cosas que diga o haga. No tienes útiles bocadillos de pensamiento colgando sobre sus cabezas, informándote de que en cinco minutos te van a invitar a comer o a robarte la cartera.
No tienes recuadros explicativos para contarte que se están comportando como completos idiotas a causa de la angustia emocional causada porque el Duende Verde ha pasado a su novia por la batidora.

En la obra de Miller, los bocadillos de pensamiento y recuadros explicativos han venido formando cada vez menos parte de su técnica de caracterización. Sabemos lo que pasa por la mente de sus personajes por lo que podemos deducir de una ceja levantada, una mueca del labio o un estrechamiento de los ojos. Igual que en la vida real. (Vale la pena señalar que Elektra, la creación de Miller que muchos fans parecen amar tanto por su carácter bien definido como por su escueto atuendo, nunca ha utilizado bocadillos de pensamiento para exponer sus motivaciones. Así, gran parte de su caracterización está en la mente del lector. Quizá es tan efectiva exactamente por eso.)
El segundo aspecto del trabajo de Miller que merece ser comentado, ése que hace que sus historias sean tan fluídas y divertidas de leer, es su perfecto y preciso sentido del tempo narrativo.
Parece crear sus historias con el sentido del ritmo y la métrica de un músico, interrumpiendo a menudo el drama staccato con una viñeta de forma extraña o silente que crea una breve pausa, un momento de inmovilidad antes de que la historia se acelere de nuevo en otra dirección.


En #172, Miller introduce un sorprendente recurso que sirve para cambiar de escena suavemente y también para crear la pausa necesaria. Usando largos paneles verticales que van de la parte de arriba a la de abajo y mostrando alguna parte del variado paisaje de New York, Miller fija ingeniosamente el estado de ánimo para la escena que sigue y da al lector la envolvente sensación de que puede atender en secreto a acontecimientos claves en la historia.

También hay que considerar el eclecticismo de Miller. Esto no es nada nuevo en sí mismo. De hecho, la mayoría de artistas que han tenido éxito dentro del medio son aquellos cuyo estilo ha sido modelado por una amplia gama de influencias. Con Eisner eran las contribuciones cinematográficas de gente como Orson Welles. Con Steranko, el pop-art y la psicodelia de moda entre los dibujantes de carteles de la Costa Oeste a mediados de los 60. Con Barry Smith los Simbolistas y los Pre-Rafaelitas. Todas estas influencias han demostrado ser populares y duraderas, y muchos de los nuevos artistas que han llegado al medio han elegido una combinación de ellas para mejorar sus florecientes estilos.
Aunque Miller está en muchos aspectos en la misma categoría, al menos él ha elegido una influencia mucho más extensa y sin embargo mucho menos utilizada…la del comic japonés.

El modo en que los japoneses encaran el problema de contar de una historia en un comic es ligeramente diferente de nuestros métodos occidentales. Para empezar, tienes que leer todos los comics de atrás adelante y de derecha a izquierda de la página. Aparte de eso, hay detalles menos obvios. Pequeños paneles monocromáticos son usados para detener el tiempo por completo, congelando el instante mientras una lluvia de flechas mortales vuelan por el aire. Largas secuencias mudas se utilizan para crear una tensión que finalmente explota en una paradójicamente fría y controlada exhibición de violencia.
En el comic japonés Baby Carriage and Wolf*, que Miller reconoce como su favorito en todo el mundo, hay una secuencia en la que el héroe adulto, un impecable super espadachín llamado The Lone Wolf que empuja el carrito de su hijo por todo Japón, se enfrenta a un pequeño ejército de siniestras figuras armadas con cerbatanas. La escena que detalla como se acercan es remarcable por la tensión que crea.

'Lone Wolf and Cub'

Primero vemos sus sombras largas y escalofriantes alargándose hacia nosotros a través de un camino, mientras marchan juntos en una sola fila, en un silencio ominoso. Lo siguiente que vemos son sus pies y por la manera en que avanzan tenemos la idea de su imparable, perfecto avance militar. La siguiente imagen muestra su sección media, las figuras decapitadas por el borde de la viñeta. Podemos ver las mortales cerbatanas que llevan. Finalmente vemos sus caras…o más bien los extraños cascos con forma de cesta que esconden sus caras, haciéndolos más aún severos portadores sin rostro de la terrible muerte.

Comparando secuencias como ésta con algunas de la reciente serie de Miller ‘Wolverine’, creada en colaboración con Chris Claremont, podemos ver una similitud en la narración y la atmósfera. Con Miller traduciendo los elementos más esotéricos de la narrativa oriental para los ojos de una audiencia occidental.

Finalmente, en relación con el eclecticismo de la obra de Miller, está el elemento que, en mi opinión, es probablemente el factor más importante en su arte: la constante voluntad de experimentar y hallar nuevos caminos, que hace que su trabajo sea fresco y emocionante, antes que dejar que se anquilose en algún nivel de imaginada excelencia.
Esta última ruta es por la que mucha gente parece haber optado en el pasado, y aunque puedan aún ser venerados puntualmente en alguna retrospectiva fanzinera de sus ilustres carreras, veréis que no parece que estén trabajando mucho en la actualidad.
Si Frank Miller puede seguir avanzando, tanto en su nueva maxiserie para DC como en cualquier otra área en que decida aplicar sus talentos, creo que podemos recibir algunos regalos poco frecuentes en los próximos años.

Por supuesto, si de aquí a tres años no queda huella de Mr. Miller más allá de un par de lujosos pin ups de Elektra y la Viuda Negra, ¿puedo guardarme mi opción crítica para ser el primero en decir "Ya os lo dije"?

FIN DEL ARTÍCULO

* La fruta
** Moore se refiere a 'Lone Wolf and Cub'


Moore parodiaba el Daredevil de Miller en el #8 del mismo magazine.


7 comentarios:

Bruce dijo...

Es todo. Pueden retornar a sus labores

Constanza dijo...

Interesante a la par que didáctico y extenso post. Concienzudo análisis que ahonda en las dinámicas y las tribulaciones inherentes a la obra de Frank Miller, todo ello labraso con un léxico pantagruélico, condición sine qua non para realizar una crítica tan veraz como intelectual. Bravo por usted amigo.

Sin embargo, amigo, le pongo un pero. La pseudointelectualidad no existe. Se es intelectual o no se es. Es como si usted dijera que es pseudohomosexual, sería algo estúpido no cree amigo?

-El intelectual-

Anónimo dijo...

Destaco de esta segunda parte del artículo de Moore el análisis sobre alguno de los recursos utilizados por Miller. Especialmente, el uso de las alargadas viñetas verticales y me pregunto, conociendo la influencia que ha tenido en este autor el cómic europeo, argentino y japonés, si estaría familiarizado en aquella época con la obra de Victor de la Fuente, autor que ha usado ese recurso como nadie, como bien ha analizado anguloagudus en Comics en Extinción.

Impacientes Saludos.

Pepo Pérez dijo...

Lo dudo mucho, PAblo. Totalmente, vaya. Los autores estadounidenses no suelen conocer nada de otro cómic que no sea el de su país. En el caso de Miller, no conoció a Moebius y a otros autores europeos hasta después de dejar Daredevil, dicho por él mismo, justamente cuando se marchó a DC y se puso a preparar Ronin.

Bruce, muchas gracias por la traducción y el escaneo de viñetas. Te he enlazado y he añadido algo más sobre una de las página de Daredevil que comentaba Alan Moore:

http://concdearte.blogspot.com/2009/01/la-importancia-de-llamarse.html

Bruce dijo...

De nada. Y lo que me he divertido y he aprendido haciéndolo :D

Anónimo dijo...

¡Muchísimas Gracias!

Bruce dijo...

De ná!